miércoles, 31 de octubre de 2012

★.•⌒Comunicacion Fantasmal jemi ⌒•.☆ parte 3


La punta de su lengua, cosquilleó en su palma. Sus dedos, todavía en su cintura, se aferraron al dobladillo del suéter.

“No podremos hacer mucho”, dijo, “Hasta que consigamos que estés desnudo.

Algo cosquilleó en la conciencia de Robert. Se encontraba a la puerta de la habitación. La confusión se arremolinó en sus pensamientos. ¿Por qué estaban a oscuras? Había llegado a casa sólo un momento antes, escuchó la noticia de la enfermedad de Kristen y…

El miedo y la preocupación le llenaron tanto que apenas podía respirar. Se movió hacia la puerta.

********

Demi había esperado tanto tiempo por esto… demasiado tiempo. Joe levantó sus brazos, permitiendo que  tirara de su jersey. Aunque ella le deseara desnudo tan pronto como fuera posible, se movía despacio, disfrutando de revelar cada centímetro de su caliente masculinidad. Su piel era dorada, musculosa y espolvoreada de vello oscuro, y el olor de su carne acalorada, causó un apretón profundo en su interior. Inclinó la cabeza para poder presionarle los labios en el centro del esternón. Besos, acariciando los rizos  que cruzaban su pecho, inhalando su aroma, ella apenas era consciente que él había logrado finalmente quitarse el jersey. Luego deslizó sus brazos alrededor de ella, y sus labios descendieron para besar su cuello.

Ni siquiera nos hemos besado aún, pensó ella, y como si leyera su pensamiento, empujó una mano en su pelo, enroscando sus dedos en los mechones oscuros tirando de su cabeza hacia arriba y atrás. Ella pilló un destelló en sus ojos un momento antes de que su boca se estrellara contra la suya. La lengua presionó sus labios, para abrírselos y su lengua arrasó su interior a gusto, devorando, saqueando. Ella gimió ante la invasión… ¿o fue él quien jadeó? No importaba.

Poniéndose de puntillas para subir los dos o tres centímetros de altura que los separaban, apretó sus senos aun vestidos por su sujetador a su pecho desnudo. Sentía la maravillosa longitud de acero detrás de la cremallera de sus pantalones, cuando apretó contra su hueso púbico. Levantando una de sus piernas para acariciar con la rodilla la parte externa de su muslo, se sintió abierta bajo sus bragas, y el calor salía de su interior, haciendo que su canal goteara. A medida que su necesidad se intensificaba, sólo tenía una vaga idea de él abriéndole el broche del sujetador.

Otro gemido llenó la noche y esta vez supo que provino de él. Rompiendo el beso, la hizo girar. Sus manos acariciaron el frente de su cuerpo para agarrar sus pechos y arrastrar su espalda contra su pecho. El placer se disparó por ella y se arqueó en sus manos, de modo que sus pechos se derramaron por sus dedos extendidos. Haciendo esto también trajo a su trasero a un contacto más cercano con sus vaqueros y con la rígida longitud de su polla, que se presionaba contra la hendidura entre las mejillas de su culo. Pensar que sólo la delgada tela de nilón y él áspero vaquero los separaba envió otra lanza de placer por ella. Pero esta fue más aguda y más enfocada en la parte inferior de su cuerpo.

“He querido y deseado, esto por tanto tiempo”, susurró mientras sepultaba su cara una vez más a un lado de su cuello.

“Yo también”, fue lo único que pudo decir cuando sus manos le acariciaban y apretaban sus pechos. Sus dedos pillaron sus pezones mientras su boca capturaba uno de los lóbulos de sus orejas y comenzó a sorberlo, arremolinándole la lengua contra la concha. Las vibraciones de necesidad tararearon por su cuerpo, cuando él comenzó a besar y mordisquear un camino que bajó de su cuello a su hombro.

Debió sentir esta vibración, ya que deslizó sus manos hacia abajo, enganchado sus pulgares en los lados de sus bragas y se las quitó. El movimiento le obligó a doblar un poco las rodillas, y lo aprovechó para pasar su lengua hacia abajo, por su columna. Sus dientes mordisquearon la carne donde la espalda comenzaba a curvarse su culo, haciendo que se formara un estremecimiento que provocó un escalofrío que avanzó lentamente por su piel. Cuando se enderezó, una de sus manos fue adelante, acariciando su palpitante coño. Con cada avance de su mano, la necesidad crecía en una necesidad más apretada. Por fin, sus dedos se abrieron paso en la maraña de rizos que cubrían su monte, buscando sus labios hinchados y palpitantes. Pero en vez de violar sus gruesos labios, sus dedos los apretaron. La exquisita necesidad acompañó a una oleada de humedad, y ella alcanzó con una de sus manos, para agarrar sus dedos y apretarlos más fuertemente, y hacia arriba de modo que la sensación fluyera a su vagina y en su matriz.

, pensó, o tal vez lo dijo, cuando se intensificó el placer.

Su mano libre fue para fijarse a la otra en sus labios y alinear su cuerpo con el suyo. Estaba desnudo por fin. Su polla desnuda, tan dura y caliente contra su culo. El vello en su pecho cosquilleó sus omóplatos, sus muslos dieron un golpe a los suyos y luego uno de sus pies se enganchó alrededor de su tobillo. El abrió su pierna, forzando sus piernas aparte, de modo que su coño se abriera para él.

Demi jadeó cuando la humedad salió de nuevo de entre los pliegues de sus labios. Un grito de culminación surgió cuando él empujó dos dedos en su llorosa vagina, enviando chispas a través de sus saturados nervios. Vacilando en el punto culminante, ella ansiaba la liberación. Al mismo tiempo, quería mantenerse ese momento, en esa sensación. Trató de aplazarlo, pero cuando una de sus manos se elevó para pellizcarle un seno otra vez, y asir un tenso pezón,  perdió el control. La necesidad se movió en una espiral más apretada por un exquisito instante y luego se liberó. El placer recorrió su cuerpo, pulsando en ondas de liberación que tuvieron gimiendo en voz alta.

De repente, ella fue volteada, cayó y aterrizó en la cama. Su boca cubría la suya, su polla deslizándose dentro de su cuerpo. El tacto de su carne dura en su vagina que se estremecía, intensificó su clímax y ella lanzó otro grito cuando su cuerpo se fragmentó.

Joe gimió cuando su apretado pasaje convulsionó alrededor de su pene. Se había venido tan rápido, en el apretón de sus músculos interiores, atrayéndolo profundamente dentro. El placer lo recorrió, tensando sus piernas y sus músculos abdominales. Incluso sus nalgas se apretaron cuando fue superado por el impulso primitivo de correrse en su interior. Pero no quería que este encuentro acabara demasiado rápido. Había esperado demasiado tiempo, y quería que el placer durara. Sin embargo, a su cuerpo no parecía importarle lo que su mente quería. Su vagina estaba apretada y mojada, y las ondulaciones de su clímax, vibraban a través de él. Sus pelotas se tensaron y su polla se hincho y palpitó, impulsándolo a embestir más profundo. Los músculos de sus muslos se hicieron cargo de la situación, poniendo más fuerza a sus empujes.

Tan bueno. Se siente… tan… malditamente bien.

El la miró, intentando enfocarse en la forma en que su pelo negro se extendía sobre la colcha de color gris pálido, tratando de aferrarse a este maravilloso deseo que se enrollaba dentro de su vientre. Pero sus ojos se distrajeron. La pasión y la luz de la luna dejaron vidriosos esos orbes de color azul oscuro cuando ella gritó en otro punto culminante. La energía se apoderó de su cuerpo, y él explotó en un millón de pedazos.

*******

Robert observó a la pareja en la cama. La energía salió disparada de sus cuerpos unidos, rodeándole, llenándole de vitalidad. La oleada aclaró su mente, resucitando innumerables recuerdos de su amada muerta donde esos dos extraños ahora se apareaban, la locura se apoderó de él, volviendo a sacar su daga. Recordó el dolor, el flujo de la sangre, el paso para morir atravesado al cuerpo todavía caliente de Kristen.

Un grito apasionado le llamó la atención de nuevo a la mujer de la cama. Ella lo miró por encima del hombro de su amante, justo antes de que sus ojos se volvieran vidriosos con la culminación. Más recuerdos regresaron, de otros amantes que lo habían mirado con miedo. Todos habían saltado separándose, sus energías desaparecían abruptamente, devolviéndole a la oscuridad.

Pero esta pareja siguió impulsándose juntos, llenando el aire con la fuerza de su amor el uno por el otro. Esa fuerza fluía por Robert, le facultaba pensar más allá de la locura con la que el dolor lo infectó aquella terrible noche.

“Dios, perdóname por tomar el camino más cobarde”, susurró, dando voz a los sentimientos que apenas había captado en el pasado. “Pero no se puede arreglar. Hice lo que tenía que hacerse. No, no lo hice, no merecía estar con Kristen.”

El calor corría por su espalda y se dio la vuelta. Una luz dorada brilló por las ventanas. Una silueta se formó allí, una forma muy querida que lleno a su corazón de alegría.

Kristen.

“Ven, amor”, dijo, su voz como una brisa de primavera. “No tienes más que extender la mano y podremos estar juntos.”

Sus brazos se abrieron, pero dudó. “Te dejé morir sola. Eso es imperdonable.”

Ella negó con la cabeza y pareció que las estrellas brillaban en su pelo dorado. “Tu amor es tu perdón. Ven… antes de que la energía se disperse y la oscuridad te alcance una vez más.”

Él lo sintió, el oscurecimiento de la conciencia. Mirando hacia atrás, a la cama, vio que los amantes se habían separado. Estaban uno al lado del otro, sus miradas se concentraban en él. Le habían dado energía para que se apareciese, quedándose el tiempo suficiente para alcanzar la salvación que le ofrecía Kristen.

¿Puede ser tan simple?

Recopilando la energía que subsistía, se volvió hacia la luz dorada. Tomó la mano de Kristen, sintiendo el calor de sus dedos, y luego ella lo llevó hacia adelante. La luz lo rodeó y caminó con Kristen al cielo que tantas ganas había tenido de alcanzar.

********

Demi miró a Joe, ya que ambos se apoyaban en sus codos. “¿Los viste?”, susurró. “¿Lo oíste?”

El asintió con la cabeza despacio, todavía contemplando la ventana por la cual la hermosa luz dorada había aparecido brevemente. “Lo hice.”

Una sensación de asombro la recorrió, aumentada por el placer que ella y Joe habían compartido. “Creo que tu problema con el espíritu se ha resuelto.”

“Creo que tienes razón.” Se dio la vuelta para estar enfrente de ella, una sonrisa encendió sus ojos. “¿Por qué no celebramos su reencuentro?”

Rodando a su lado, ella levantó sus dedos para acariciar el centro de su pecho desnudo. Su toque hizo que su piel se estremeciera y sus pezones se tensaran. “Creo que tenemos nuestro propio reencuentro que celebrar”, dijo ella, excitada por su reacción.

“Estoy de acuerdo y esta vez no te dejare ir tan fácil”, dijo él y luego se acercó, sus labios capturaron los suyos en un beso que chamuscó su alma.

Fin
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Hola espero que te aya gustado y feliz Dia de Muertos o Halloween.
Att:Vic ;D
 

★.•⌒Comunicacion Fantasmal jemi ⌒•.☆ parte 2


 
Su otra mano descansaba a través de su regazo, sus dedos rozaban su estómago. El reconocimiento de su posición tuvo el efecto de agitar su libido de nuevo a la vida. Pero, cuando se dispuso a actuar, él la puso de pie y se alejó.

*******

Robert Elliot rondaba en la oscuridad que había sido su prisión durante demasiados años. La culpa lo drenó, impidiéndole seguir, castigándolo por abandonar a Kristen por ir a una venta de caballos cuando estaba enferma. Había muerta sola y, por ello, no merecía estar con ella. Su culpa se agravó cuando él se quitó la vida, negándose la posibilidad de seguirla.

Ahora, como tras breves momentos después de su muerte, no sólo recordaba lo que había hecho, sino que también tenía una vaga conciencia del mundo que lo rodeaba. En noches como esta, se encontraba en el pasillo fuera de la alcoba que había compartido con su esposa. Había sido llamado a entrar al cuarto, abrumado por el conocimiento de que su amada estaba muerta dentro. La pena lo había llevado a sacar su puñal y hundirlo en su propio pecho para poder reunirse con ella en el más allá. Pero en vez de seguir, simplemente volvió a la oscuridad, a la culpa… a la espera.

Incluso ahora, la oscuridad lo llamaba.

*******

Joe se dirigió a la cama. “No me lo puedo creer. Pensé que solo era una leyenda, una historia contada para asustar a los niños.”

“No hay nada que temer”, dijo Demi, su voz era suave en ese cuarto iluminado por la luna. “Parece ser sólo un caso de un simple fantasma residual.”

“¿Simple?” Se giró hacia ella. “¿Cómo puedes llamar a esto simple? ¡Era un-un fantasma! ¡En mi posada… en mi casa!”

Su expresión comprensiva le dijo que su reacción no la sorprendió. “El espíritu probablemente ha estado aquí por mucho tiempo. Tu simplemente no fuiste consciente de ello antes.”

“¿Cómo no voy a ser consciente? El frío… lo que vimos…”

“Cuéntame la historia otra vez”, lo instó ella.

Se quedó en la cama. “En el siglo dieciocho, Robert Pattinson construyó esta casa para su esposa, Kristen. Vivieron aquí menos de un año, cuando Robert salió a algún negocio, volvió para encontrar que Kristen había muerto de unas fiebres. Estaba tan apenado que sacó su daga y se apuñaló a sí mismo en el corazón. Cayó en la cama y murió. La leyenda dice que su espíritu vuelve de vez en cuando, para repetir el momento de su muerte.

“Suena como lo que vimos. La figura estuvo de pie aquí.” Ella dio un paso más cerca de la cama. “Se paró un momento y luego hizo un movimiento que yo compararía con el trazado de una daga.”

“Pero luego se desvaneció.”

Ella le sonrió. “Sin ánimo de ofender, pero diste una especie de aullido. Me temo que lo asustó.”

Puso una mano sobre su corazón y la miró con incredulidad. “¿Lo asusté?”

Ella rió. “Quizás asustado no es la palabra correcta. Sino perturbado la atmósfera lo suficiente para impedir que se manifestara.”

El sonido de su risa le hizo cosquillas dentro de su pecho, calmando su miedo y cambiando sus pensamientos interiores. Tres años habían pasado desde la última vez que la había visto, y estaba sorprendido al descubrir que su atracción por ella no había cambiado. Incluso cuando trabajaba para él, le había resultado difícil mantener sus manos apartadas de ella. Esa noche casi había fallado, casi había ido más allá de ese beso húmedo, salvaje. Solo la llamada de su hermano herido, les había impedido consumar su deseo. Ella se había ido y, tras una breve llamada telefónica en la que le decía que dejaba la firma para que ayudara a su hermano a recuperarse, no había vuelto a tener noticias suyas.

“Según los testigos”, prosiguió ella, “Cuando el espíritu se manifiesta, repite los mismos movimientos cada vez. ¿Con qué frecuencia has oído informes de este acontecimiento?”

“Casi desde el momento que abrí la posada hace dos meses.” Había encontrado la propiedad hacia un año, encontrando que era un negocio demasiado bueno para declinar. Abandonando su carrera en los bienes inmuebles, había empleado todo lo que tenía para convertirse en el dueño de una posada. Pero el fantasma, tenía que confesar ahora, era real, hacía difícil mantener a los clientes en este cuarto incluso durante sólo una noche. “Algunos ex-empleados se quedaron y contaron historias, pero no les creí. Estaba seguro que encontraríamos una explicación lógica.”

Dando un golpecito con la yema del dedo contra sus labios, Demi se paseó alrededor de la cama. Joe obersvó su movimiento, el balanceo de sus caderas, sus elegantes y largas piernas, y su miedo descendió al instante. ¿Cómo podría preocuparse de un fantasma cuando la tenía aquí, sólo a centímetros de su mano?

“¿Alguien vio al espíritu, cuando estuvieran solos?”, le preguntó.

“No estoy seguro de entender la pregunta.” O tal vez era el modo en que sus vaqueros acogían tan completamente su redondo culo, lo que le hizo difícil entender, y concentrarse en la persona que tenía a mano. Nunca se había permitido considerar tocar aquellas dulces mejillas antes, no cuando trabajaba para él. No aún cuando ella lo había deseado- y ah, como lo había deseado seducirlo. Había perdido por lo menos tres botones antes de que él lograra terminar aquel beso salvaje.

Ahora no trabaja para ti. ¿Pero siente  todavía la misma atracción?

Se permitió preguntarse, mientras con los ojos acariciaba ese exuberante cuerpo. Tenía las piernas lo suficientemente largas, como para enroscarse a su alrededor y sostenerla. Y sus pechos parecían firmes y suaves. Y su increíble boca…

Ella se volvió hacia él, advirtiendo sus ojos. “Indicaste que desde que abriste la posada, solo las parejas comentaron ver al fantasma. ¿Se quedó alguna vez alguien solo en este cuarto?”

“Unos cuantos.” Con dificultad, viró sus pensamientos, al asunto que trataban. “Pero ninguno de ellos mencionó al fantasma.”

Ella volvió al lado de la cama donde él estaba. “¿Y por qué las parejas serían diferentes a los que estaban solos?”

“Bueno…” El calor se extendió por él. “Por supuesto ellos podrían…”

El corazón de Joe comenzó a palpitar cuando la mirada de Demi se posó sobre él. Aunque no pudiera ver su color a la luz de la luna, pudo distinguir un destello especial que le decía que estaban pensaban lo mismo. Y esto no tenía nada que ver con las otras parejas.

“Hay una teoría”, dijo lentamente, bajando la correa de su bolso de cuero de su hombro, como si fuera el tirante de un sujetador. “Se dice que, para manifestarse, un espíritu necesita la energía de su entorno. Obteniéndola de las baterías, las tormentas, o incluso de los seres humanos.” Bajó el bolso al suelo. “¿Qué genera más energía que… el sexo?”

“Estoy seguro que hay varias actividades que podrían generar ese tipo de energía”, dijo él lentamente. El tema sin duda lo excitaba. Su mirada cayó a su blusa de seda. Cuando ella se movió hacia la luz de la luna, vio la sombra de sus pezones empujar con fuerza sobre la tela. La temperatura del cuarto ahora era caliente, lo que significaba que las sensaciones internas debían ser provocadas por esa deliciosa demostración.

“Antes de que viéramos el fantasma hace unos minutos, tú y yo estábamos… sintiendo… ciertas cosas.” Una sonrisa revoloteó en sus labios. “No puedes negarlo, Joe.”

El meneó la cabeza lentamente. “No. No puedo negarlo.”

“Quizás proporcionamos la energía que el espíritu de Robert necesitaba con el fin de materializarse.” Pasó un momento. Entonces dijo, “Tengo una idea de cómo podemos encontrarlo”, y levantó sus manos al primer botón de su blusa. “Quítate el jersey.”

“Quitarme mi…” Su lengua parecía que de repente había dejado de funcionar. Demi había abierto el botón superior de su blusa y estaba deslizando los dedos hacia abajo, hacia el segundo. Ya podía ver la sombra de la hendidura de sus senos.

“Vamos a generar un poco de energía, Joe.” Abriendo el segundo botón, ella dio un paso hacia él.

Un tiro de necesidad se clavó en sus entrañas. “No estoy seguro de querer ser usado para un experimento científico.” Su voz ronca demostraba que estaba mintiendo. Quería ser usado de cualquier modo que ella pudiera pensar en utilizarle.

“Sabes que el fantasma no es la única razón por la que quiero que te desnudes.” Ella abrió el tercer botón. Su blusa estaba abierta, dejando al descubierto un sostén rojo y su pálida piel. “Quiero continuar donde lo dejamos la última noche que estuvimos juntos. Quiero saber si mis fantasías eran correctas.”

Su polla se hinchó contra la cremallera de sus pantalones vaqueros. La necesidad de liberación apretó todos los músculos de su cuerpo.

“¿Te acuerdas dónde lo dejamos, no?”

Liberó aquél último botón y luego se sacó la blusa y la dejó deslizar al suelo. El sujetador de color rojo contra su pálida piel lo hizo babear. Sus pechos, redondeados y firmes, hacían a sus dedos moverse nerviosamente con la tentación de tocarlos. Ella se quitó con la punta del pie los zapatos, y sus tan ceñidos vaqueros que perfilaban cada curva de su cuerpo, en unos segundos más tarde se deslizaban por su cuerpo.

“Lo recuerdo”, dijo, su voz una sombra ronca de sí mismo.

“Ahora, Ya no trabajo para ti así que no hay ninguna razón para que no podamos estar juntos.”

El trató de levantar la mirada de sus pechos, a su cara, pero no podía. “Técnicamente, estás trabajando para mí ahora. Estás haciéndome servicios de investigación.”

“¡Oh, no! No cobro a los amigos por mis servicios.”

Su maldito sentido de ética lo llevó a preguntar. “Pero tus hermanos… ¿no son tus socios? ¿No tendrán que decir algo al respecto?”

“Ellos no saben nada de esto. Cualquier cosa a la que lleguemos quedará entre tú y yo.”

Dando un paso, la alcanzó con sus manos, para ahuecar los lados de su rostro. Vio la sorpresa en sus ojos… por lo visto ella había esperado que le tocara primero sus encantadores senos. Pero quería que supiera que nunca había dejado de desearla, y no solo a una manera física. “He pensado en ti tan a menudo, Demi.”

“Y yo de ti.” Tocando su cintura, ella dio un paso más cerca, dejando una escasa pulgada o dos entre sus cuerpos. “Hemos perdido tanto tiempo debido a…”

Su voz se apagó, él sonrió. “¿A causa de mi alta ética?”

Ella le procuró una lenta cabezada. “Y la herida de Collin, y luego mi nueva carrera como caza fantasmas, que me ha mantenido lejos de ti.”

“Podemos compensarlo esta noche.”

Una sonrisa maliciosa curvó sus labios y volvió la cabeza para presionar un beso en su mano izquierda. La punta de su lengua, cosquilleó en su palma. Sus dedos, todavía en su cintura, se aferraron al dobladillo del suéter.

“No podremos hacer mucho”, dijo, “Hasta que consigamos que estés desnudo.

★.•⌒Comunicacion Fantasmal jemi ⌒•.☆ parte 1


 
“¿De qué se quejan principalmente los recién casados en luna de miel?”, preguntó Demi Lovato, cuando siguió a Joe Jonas al dormitorio que según él estaba embrujado. La luz de la luna llenaba la habitación a través de las ventanas que daban al campo galés, dando un aire sereno y plateado.

“Sí.” Joe era aprensivo sobre que un espíritu habitara en esa casa solariega que había convertido en una posada de lujo. “Fue por causa de los fantasmas, ellos nunca consiguen terminar… um… lo que estaban haciendo. Si sabes lo que quiero decir.”

Demi sin duda lo sabía. Si nada más, el brillo de los ojos cafés claro de Joe lo indicaban. Aquel brillo que también agitaba sus deseos de culminar lo que había iniciado entre ellos cuando trabajaba en su empresa de bienes raíces en Londres. En aquel entonces, se había resistido a sus intentos de seducción, alegando que no era ético que un hombre intentara ligar con una mujer que había contratado. Sin embargo, tres años más tarde, ella ya no trabajaba para él, y en el momento que lo vio esta noche, supo que sus sentimientos por él no habían cambiado. Pero no estaba dispuesta a actuar hasta que él lo sintiera también. No tenía sentido hacer el ridículo otra vez.

“Es una habitación preciosa”, dijo caminando hasta el centro de la misma. Con vigas de madera, a la vista en los altos techos, daban una ilusión de intimidad, mientras que los cortinajes carmesí de la cama con dosel daban riqueza a la decoración. Tapices antiguas colgaban en las paredes de piedra entre las amplias ventanas con parteluz que tenían mullidos asientos bajo las ventanas. “Completamente donde me gustaría disfrutar de mi luna de miel.”

Joe metió las manos en los bolsillos de sus vaqueros, al darse cuenta de la baja mirada de Demi. Ella se sonrojó, cuando se dio cuenta que lo miraba fijamente, buscando el signo más evidente de sus sentimientos por ella, por lo menos los efectos físicos, no habían cambiado en los últimos años.

No podría decir. Sin embargo, tenía la esperanza. Si, Joe pudo resistirla en el pasado, pero nunca negó que la deseara. De hecho, después de que lo hubiera besado apasionadamente su última noche juntos, él había admitido su potente atracción por ella. Pero había sido firme en que nada podría resultar de la misma.

“Si en cualquier otro momento te gustaría pasar una noche aquí, la tienes, sencillamente di cuando”, le dijo, su voz cargada de lo que ella esperaba que significara algo más.

Alcanzando la cama, ella pasó una mano por la colcha gris pálida. El terciopelo cosquilleó en su palma, casi tan fuerte como su tono cosquilleó en aquel punto bajo su vientre. “Creo que esta noche podría ser una buena. Para cazar el fantasma, por supuesto.”

“Por supuesto.”

Cuando su mirada barrió hacia abajo, por su cuerpo, haciendo una pausa en sus pechos, ella se mordió su labio inferior. ¿Se había vestido demasiado provocativamente? En el momento que se dio cuenta de quién llamaba a su oficina la mañana anterior, decidió que su equipo habitual de cazar fantasmas, un pantalón caqui y un suéter negro, no serviría. ¿Pero había sido demasiado, unos vaqueros muy ceñidos y una blusa de seda roja? ¿Era demasiado obvia?

Su sonrisa apreciativa la convenció que había hecho una buena elección. Oh, sí. Había esperanzas.

Apartando su propia mirada sonriente, ella revolvió dentro del bolso de cuero que colgaba de su hombro izquierdo y sacó su metro K2. Las luces intermitentes, destellaron brevemente cuando lo encendió y luego se hicieron más oscuras. Comenzó a moverse por la habitación, mirando las luces en el dispositivo, buscando cualquier señal de energía electromagnética que pudiera indicar la presencia de un espíritu.

“¿Qué es eso?”, preguntó Joe.

Los tacones de sus botas hacían un fuerte y decidido ruido contra el suelo de roble cuando la siguió, y ella no pudo dejar de mirarlo. Llevaba un suéter amarillo cremoso sobre sus vaqueros negros, y su escote en V, revelaba sólo un poco del vello en su pecho. Había visto su pecho desnudo en su última noche en el infierno de Londres, prácticamente le había arrancado la camisa del cuerpo, y el recuerdo de su beso causó otro delicado tirón en los profundos músculos de su cuerpo.

“Es un detector de campos electromagnéticos”, contestó, parándose en el pie de la cama. “Recoge lecturas de la energía de los espíritus.”

“Muy científico.” Alcanzándola, echó un vistazo sobre su hombro, al dispositivo portátil. Solo unos centímetros más alto que ella, y ya era alta, él le rozó la oreja con el pelo. Luego, como si se avergonzara por el involuntario contacto, retrocedió. “¿Estás… um… recogiendo alguna lectura ahora mismo?”

No la del tipo que estoy detectando, pensó ya que ese breve toque envió un pico de alta temperatura a su interior.

“Todavía no”, le dijo, y luego hizo una pausa para aclarar su súbita ronquera. “¿Dónde aparece por lo general el fantasma?”

“Me han dicho que se mueve de la entrada del corredor hacia el lado de la cama que está cerca de la ventana.”

“Y dices que no es una manifestación plena, ¿verdad?” Se movió a la parte indicada de la cama. “¿Es más una figura tenue, que una plena?”

“Eso es lo que dicen.”

La siguió. La luz de la luna entraba por las ventanas, proyectando sombras sobre la pálida colcha. Uno al lado del otro, las siluetas de las partes superiores de sus cuerpos se tocaban como dos amantes, tendidos a través de la amplia cama. Demi retuvo un suspiro de nostalgia, de tener ella misma esa imagen.

“La figura ronda por aquí”, dijo él, cambiando para estar de pie detrás de ella. Para su sorpresa, le colocó las manos en la cintura y la retiró ligeramente. “Simplemente… aquí.”

Sus hombros se acercaron contra su pecho y sus manos permanecieron en su cintura. La íntima posición envió ondas deseo a través de ella. Pero no era suficiente. Ansiosa por esa pieza final de evidencia de que su deseo por ella había sobrevivido los años que habían pasado, cambió su peso de forma que su trasero acarició el frente de sus vaqueros. Sintió la larga cresta de carne que presionaba contra la cremallera, y un ardor la corrió.

Oh, sí. Definitivamente, está todavía interesado.

“¿Qué pasó después?”, le preguntó, bajando su voz. “¿Quiero decir… cuando lo ven?”

“La pareja de la cama por lo general se queda congelada por el miedo. Entonces, la figura parece echarse hacia ellos, antes de desvanecerse de pronto.” El no se apartó, pero no se acercó tampoco. “Entonces, mi recepcionista del turno noche recibe una llamada aterrada y me llama para comprobar al intruso descrito.”

“Ya… veo.” Quería levantar las manos de su cintura y colocarlas en torno a sus pechos. La energía sexual a través de su cuerpo hervía, acelerando los latidos de su corazón hasta que estuvo segura que la escucharía en la distancia.

“¿Tú, Demi?” Sus labios rozaron su oído. “¿Lo ves?”

Antes de que pudiera contestar, lo que hubiera sido darse la vuelta y lanzarse contra él, la temperatura del cuarto se enfrió. Joe levantó la cabeza y soltó un juramento asustado. En el mismo instante, Demi divisó un movimiento al otro lado de la cama, cerca de la puerta del pasillo. Una sombra diáfana blanca que flotaba hacia la cama.

Todos los pensamientos de deseo y seducción se evaporaron cuando la niebla se detuvo y se condensó. Se estremeció brevemente y luego la forma vaporosa se movió a los pies de la cama. Antes de que ella pudiera reaccionar, Joe tiró hacia atrás a  Demi, sus piernas se enredaron con las suyas, tropezando hacia las ventanas iluminadas por la luna. El se llevó la peor parte cuando se cayeron sobre el asiento junto a la ventana, y Demi aterrizó en su regazo.

La niebla alcanzó el lugar donde habían estado de pie. La frialdad del cuarto se intensificó. Por el rabillo del ojo, Demi vio que las luces del medidor K2 destellaban intermitentemente como un loco.

“Que de…”

Con la voz de Joe, la niebla repentinamente se desvaneció. La temperatura de la habitación volvió a  la normalidad y las luces del K2 se apagaron. Era como si nada hubiera pasado.

Demi contempló el lugar donde había visto la aparición. “Supongo que nunca lo habías visto antes”, susurró.

Pasó un momento antes de que Joe contestara en voz baja, “Nunca. Sólo creía a medidas lo que la gente me contaba.”

“¿Y ahora?”

“¿No puedo negar lo que vi con mis propios ojos, verdad?”

Aspiró un profundo suspiro. Ella lo oyó, sintió la hinchazón de su pecho contra su espalda, se dio cuenta de cómo tan íntimamente estaban unidos en ese asiento junto a la ventana. El interior de sus muslos abrazaba la parte externa de los de él. Una de sus manos sujetaba su brazo. Su otra mano descansaba a través de su regazo, sus dedos rozaban su estómago. El reconocimiento de su posición tuvo el efecto de agitar su libido de nuevo a la vida. Pero, cuando se dispuso a actuar, él la puso de pie y se alejó.

domingo, 28 de octubre de 2012

•*´¨`*•♥•Vampiro Solitario•♥•*´¨`*• Jemi ★ Cap: 21


 
Joe inspiró profundamente y suspiró cuando ella abrió el archivo e involuntariamente le rozó con su brazo. Luego su fija mirada se posó en el principio de la pagina de la agenda. Frunció el ceño.

— Según esto, el congreso comenzó el domingo.

— No. —Dijo Demi. Entonces se corrigió a sí misma— Bien, si. Habían algunos acontecimientos para cualquiera que quisiera participar con anticipación, pero el comienzo oficial no es hasta mañana.

— Hmm. —Joe decidió mantener su boca cerrada. Debería estar agradecido que no le hubiese obligado a experimentar la majadería del precongreso, también.

— Entonces. —Dijo su editora regresando a su resuelta alegría.— Mañana comenzaremos con el paseo matutino con modelos de portada. Después el desayuno.

— ¿Qué diantre es un paseo matutino con modelos de portada? —Interrumpió Joe. Él ya había visto el orden de la agenda, de acuerdo, ambos en Internet y en los apuntes que ella le había enviado. Pero nada había descrito los acontecimientos enumerados.

— Er... bien, realmente, no estoy segura. —Admitió. Aclaró su garganta, con una sonrisa pequeña y tensa.— Pero no tiene importancia. No tienes que asistir.

— ¿No? —La miró fijamente, suspicazmente. ¿Algo a lo que ella no quería que asistiera? Eso parecía extraño. Había estado seguro de que le arrastraría a todas las funciones.

— No. Tu primer acto oficial será la bienvenida Brunch y R.T. Los premios.

Joe movió la cabeza. Eso no sonaba tan malo. Podría comer. Aunque los premios en parte probablemente serían aburridos.

— Después estará la sesión de bienvenida del lector y el debate. —Siguió.— Allison y Chuck te quieren allí.

— ¿Quienes son Allison y Chuck?

— Allison es la editora principal, mi jefa. —Explicó Demi.— Y Chuck es el presidente de la compañía. Definitivamente esperan que asistas a la sesión de bienvenida.

Joe hizo una mueca.

— ¿Qué es eso?

— Eso... —Pareció estar muy confundida por un momento.— Bien, cada editor, la mayoría de ellos, de cualquier modo; alquilan una sala de actos en el hotel, y los escritores y editores conversan con los lectores que entran.

— ¿Quieres que hable con la gente? —Preguntó horrorizado. ¡Por Dios!, debería haber hecho la firma de libros. Eso habría sido menos molesto, solo un garabato con su nombre.

— Por supuesto que quiero que converses con la gente. —Dijo Demi exasperada.— Puedes hacerlo. Te he visto hablar. —Permaneció silenciosa y se le quedó mirando, la alarma expandiéndose por su cara. Se mordió los labios.— O quizá podamos pasar de eso. No, Allison y Chuck tendrían un ataque. Tienes que ir. —Suspiró excesivamente.— ¡Oh, maldita sea!. Esto no es bueno.

— No, no lo es. —Joe expresó su acuerdo inclinando la cabeza. Entonces dio un brincó con sorpresa cuando la puerta se abrió a su lado. Aparentemente habían llegado. Sin que se diera cuenta, el coche había parado, y el conductor estaba esperando que se apeasen. Dándole las gracias con la cabeza, Joe salió luego se dio la vuelta y tomó la mano de Demi cuando ella le siguió.

— Necesitaremos trabajar en ti esta noche. —Decidió cuando ella se enderezó a su lado.

Joe se puso firme y dejó caer su mano.

— ¿Trabajar en mi?

— Si. Trabajar en ti. —Repitió Demi. Siguieron al equipaje de Joe hasta el hotel. Este estaba en un carrito, empujado por un mozo de hotel uniformado. Aparentemente el conductor había bajado el equipaje antes de abrirles la puerta.

— No necesito trabajar. —Dijo Joe irritablemente cuando pararon en el ascensor.

— Si, Joe, lo harás. —Demi sonrió dulcemente al mozo del hotel al abrirse las puertas, y él gesticuló para que entrasen.

— No lo haré. —Insistió Joe, después de eso, se apretó de pie contra Demi para dejar lugar al carrito del equipaje.

— ¿Podemos hablar de eso después?

Demi inclinó impacientemente la cabeza hacia el mozo de hotel y pulsó el botón de su piso. Al menos Joe asumió que era su piso. No tenía ninguna indicación, aunque ella había dicho que alguien llamado Taylor ya les había registrado la entrada. Supuso que ese Taylor era otra editora. Se preguntó si sería tan molesta como Demi.

Recorrió con la mirada al mozo del hotel, confuso con el deseo de Demi de postergar esto. El hombre era un criado, apenas valía preocuparse por eso. Aunque no quería tampoco discutir.

— No. Aquí no hay nada de que discutir. No necesito trabajar en nada.

— Si lo harás. —Insistió Demi— Y no voy a hablar de esto ahora.

— No hay nada de lo que hablar.

— Lo hay. —Contestó bruscamente.

El mozo del hotel rió suave y ahogadamente, y Joe le miró encolerizadamente. Había habido un tiempo en el que los sirvientes conocían su lugar y eran sordos y mudos para tales discusiones. Aquel tiempo no era este. Constantemente se olvidaba de lo duro que se había vuelto el mundo.

Las puertas se abrieron y el mozo del hotel sacó el carrito afuera; después les dirigió hacia un largo pasillo con incontables puertas. Al final se detuvo, sacó una llave magnética, abrió la puerta, y empujó dentro el carrito.

— ¿Qué habitación será su dormitorio, señora? —Preguntó el, deteniéndose en medio de una amplia habitación situada en lo alto como una sala de estar.

Su pregunta puso otro semblante ceñudo en Joe. Él era el hombre; el tipo le debería haber preguntado a él.

— No estoy segura. Solo déjelos aquí. Podemos arreglárnoslas, gracias. —Demi aceptó la llave magnética del tipo y le dio una propina, haciendo que Joe mirase ceñudo de nuevo, esta vez a si mismo. Él era el hombre; él debería haberle dado una propina al mozo del hotel. Su única excusa era que había sido un día largo. Su vuelo había salido a las tres de la tarde, pero había tenido que salir para el aeropuerto a la una para pasar el control de seguridad. Llevaba puesto un traje de calle, sombrero y gafas de sol, y crema de sol en las manos, pero por supuesto, una parte de la luz del sol había pasado a través de aquello. Su cuerpo había soportado un daño que su sangre ya estaba trabajando para corregir. Se sentía agotado y necesitaba alimentarse, una condición que comenzaba a asociar con Demi Lovato.

El chasquido de la puerta cerrándose atrajo su mirada de regreso a ella, y Joe reanudó su discusión inmediatamente.

— No necesito tener que trabajar.

— Joe. —Su editora comenzó cansadamente. De pronto perdiendo los estribos, dijo desagradablemente— Mira. Te llamas como un producto lácteo, pareces un ángel ceniciento y hablas como un malo Bela Lugosi. ¡Necesitas trabajar!.

— Caspita, Demi.

Joe comenzó a ver a un alto, delgado y rubio hombre entrar en la habitación. Él daba palmadas lentamente, con una abierta e incontenible sonrisa en su cara.

— Tendrás que darme consejos para manipular a los escritores. Nunca he presenciado un hecho parecido a este.

— Oh. Taylor. —Demi suspiró infelizmente.

— ¿Este es Taylor? —Preguntó Joe con súbita desilusión.

Su editora petrificada de nuevo dijo simplemente:

— Sí.

— Nunca dijiste que fuese un hombre. Hazle salir.

Los ojos de Demi se estrecharon en él, la furia ardiendo en ellos.

— Mira, Joe.

— No. —Exclamó Taylor. Él levantó sus manos en un gesto conciliador— Demi, él no suena como Bela Lugosi. Le falta ese acento ofensivamente zalamero.

La ira de Demi se volvió contra su compañero de trabajo.

— Quise decir que usa terminología pasada de moda.

Taylor meramente arqueó una ceja. Un momento después agregó:

— Y su pelo es demasiado oscuro para que sea un ángel ceniciento.

— ¡Cállate! Quédate fuera de esto.

El editor se rió, por lo visto no ofendido.

— Y Allison y Chuck se preocuparon de que no podrías manejar a este tipo.

— ¿Quien es este caballero?  Preguntó Joe a Demi rígidamente. Si ella decía que era su marido, su novio o su amante, entonces temía que pudiese actuar de forma violenta.

— Taylor Keyes. —Anunció Demi— Él es un editor en Roundhouse, también. Taylor Keyes, te presentó a Joe Jonas, también conocido Danger Adams, el escritor de vampiros.

— Un placer, Sr. Jonas. —El larguirucho editor dio un paso al frente y ofreció su mano en bienvenida.

Joe automáticamente se estremeció, pero preguntó:

— ¿Tú eres editor?

Keyes asintió con la cabeza.

— ¿Qué editas?

— Romances, como Demi.

Joe inclinó la cabeza lentamente, entonces preguntó esperanzadoramente:

— ¿Eres homosexual?

Los ojos de Taylor Keyes giraron en estado de shock.

— ¡Joe!

Joe recorrió a Demi con la mirada molesta. Sonaba como su madre cuando ladró eso.